Chipirones, el manjar de agua salada que esconde tantas ventajas como desventajas

Conocido a su vez como txipirón, lura o calamarsons, el chipirón es uno de los ingredientes estrella de la gastronomía española, admitiendo múltiples formas de consumo: en Conserva gourmet de chipirones en aceite, asados a la plancha, en salsa de tomate, rellenos de verduras, en su tinta, etcétera.

 

Pero este pequeño calamar esconde un lado desconocido más allá de su exquisito sabor. Los chipirones, pese a su escaso valor energético, son ‘amigos’ de los deportistas por su cuantioso aporte de proteínas, que les ayudan a restablecer sus músculos, siendo además un alimento benéfico para el sistema óseo por su contenido en fósforo y calcio.

 

Además, este alimento es un energizante natural, por su riqueza en minerales que además de mejorar la memoria, fortalecen las defensas del organismo. Por otra parte, sus valores nutricionales son idóneos para regular la glándula tiroides, y su contenido en vitamina A favorece la salud de dientes, uñas y fibras capilares.

 

Pero no es oro todo lo que reluce cuando hablamos de chipirones. Aunque su aporte en colesterol es inferior al calamar común, debe consumirse con moderación o puntualmente y siempre dentro de una dieta equilibrada, para evitar que interfiera en los niveles aconsejables de este compuesto en sangre.

 

Otro aspecto negativo de los chipirones es su capacidad para aumentar el ácido úrico en el organismo, responsable de diversas dolencias. No obstante, la mayoría de mariscos y productos del mar son contraproducentes para mantener bajo control el ácido úrico.

 

En vista de lo anterior, el consumo de chipirones en cualquiera de sus formas culinarias es más que un regalo para el paladar: aporta incontables beneficios para la salud, pero también acarrea desventajas que conviene tener presentes antes de darles el ‘sí, quiero’ en cenas y almuerzos.