El chiringuito

Creo que si hace unos años me preguntan cuál es el trabajo que menos ganas tendría de hacer respondería “camarero”. Respeto muchísimo esa profesión pero me parece súper estresante, sobre todo en aquellos locales con mucha clientela. Supongo que si sirves cinco cafés al día, tampoco se estresa mucho uno, pero no suele ser lo habitual: más que nada porque un negocio que sirve cinco cafés al día se va a pique en tres días…

Así que cuando recibí la llamada de mi amigo Borja ofreciéndome un “puesto” en su bar playero para el verano, lo tomé como una broma. Él sabía que ese verano lo tenía libre porque había terminado un proyecto y no empezaría otro casi hasta octubre. Sin duda, no me venía mal trabajar algo durante el verano, porque estar parado cuatro meses nunca es buena idea, aunque el principio lo parezca: el cuerpo y la mente se entumece y estar de vacaciones acaba convirtiéndose en tu modo de vida…

Sí, me venía bien trabajar, ¿pero en un bar de playa? Me dijo que podría poner música, que sería el DJ, pero apoyaría de vez en cuando a los camareros. Me convenció. Cogí un avión y me presenté en la isla. Cuando llegué, el supuesto chiringuito era una barra sin más: faltaba de todo. Me dijo que estaba en fase de diseño, pero que una semana estaría todo para el inicio de la temporada. Claro, tuve que echar una mano, montándolo todo. Había visto ofertas iluminacion exterior y lo colocó todo él mismo, con mi ayuda.

Al final quedó todo muy chulo y listo para acoger a los guiris que estaban empezando a abarrotar la isla. El día de la inauguración ya supe lo que me esperaba: trabajar sin parar, no poner ni una sola canción y romper algunos cuantos vasos. Borja había contratado un DJ profesional, lo cual me pareció lógico ya que yo no lo soy: supongo que en el fondo me dejé engañar…

Y no me arrepiento. El chiringuito estaba fantástico con su decoración y con sus ofertas iluminacion exterior. Y yo hice muchos amigos y amigas durante aquel verano. Pero no, no repetiré como camarero… pasarse casi sin dormir dos meses, solo una vez (o dos) en la vida, gracias.